La fuerza civilizadora, iniciadora, no residía en el Sur: emanaba del Norte.Los guerreros griegos aparecían de gran estatura, blancos, rubios. Sus ojos miraban arrogantes al cielo, y este recuerdo dominó de tal modo el pensamiento de las generaciones sucesivas la reproducción del tipo ario: ojos azules, cabellos rubios, tez blanca, estatura elevada, esbelta.
("Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas", 1853 y 1855, Libro Tercero, Capítulo III. Sobre la antigua Grecia).
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